miércoles, 1 de julio de 2009

La Visita de los generales de Gilberto Pinto




Al entrar a la Sala de Conciertos de Unearte, el pasado sábado 27 de junio de 2009, en Caracas, lo primero que vimos fue al maestro Gilberto Pinto, le saludamos y fuimos a sentarnos. La iluminación era tenue. El espacio escénico tenía una sencilla exposición hogareña. Confesamos que esto no nos atrae sobre manera, pero pensamos que así debía necesitarlo el maestro para desplegar su propuesta escénica. Y en efecto, allí tendría lugar un despliegue de elementos sencillos pero contundentes en cuanto a lo verbal, lo actoral y sobre todo a lo que se refiere a la contundencia temática. Y es que el maestro Pinto, tiene una manera de decir las cosas, un tono tan diríamos que ´´sabroso´´, envolvente, persuasivo, inteligente, que le da la maestría de escribir por mucho tiempo y de hacerlo ´´bien´´aunque eso suene a manido asunto aristotélico, pero que bien cabría mencionar por cuanto, si bien se trata de una obra con una concepción simétrica, no por ello deja de ser llamativa. Sinceramente esto es preferible a escuchar simplemente verbalizaciones como ocurre a veces con la mayoría de otros montajes. Pero, volviendo a ´´La visita de los generales´´, nos llama la atención, el subtexto más que lo que directamente plantea la pieza.
Sin ir directamente a arengas o reclamos sociales y políticos, el maestro subraya y hace detener la mirada en el armamentismo y en el uso desenfrenado del poder sobre los seres humanos que ostentan quienes pueden someter y acometer. La obligación de dar parte de la existencia en nombre de la seguridad de un país, se centra en un hombre mayor que está gravemente enfermo y al que no se le quiere dar tregua ni paz en su ´´postrer aliento´´. Esto es lo que vemos a simple vista, pero hay otra cosa que rescatar y es el señalamiento que hace Pinto a que una vez que participas de ese poder, haciendo lo que se considera correcto, entonces un buen día esta participación puede cobrarte el privilegio de entregarte por no decir ramplonamente ´´victimizarte´´. Es decir, que debes pagar, siempre al poder, hay que pagar.
Gilberto Pinto se arma de un cuadro actoral más que llamativo al que dirige sin aspavientos ni cabriolas escénicas. Hay una puesta delicada pero certera, no reiterativa, pese a qué el texto plantea las sucesivas visitas de los generales, del médico, pero que se difuminan por así decirlo con los distintos matices que le da en dirección, pues aunque por ejemplo Francis Rueda, que hace de esposa del físico Arthur Zenning, tiene que repetidamente recibir y acompañar a estos visitantes, cada vez que lo ´´ejecuta´´ lo hace de forma diferente, esto es que la actriz le confiere distintos tonos o registros emotivos que van haciendo que sufras su dolor por perder al ser que ama profundamente al mismo tiempo que ella. Carlos Márquez, nos pareció sinceramente delicioso, pues su decir escénico así como su presencia, responden asertivamente a lo que pide la dirección y además hace un partner con Francis Rueda que conmueve por su elegante y bello vínculo amoroso.
Aunque a nuestra manera de ver el cuadro actoral masculino-German Mendieta, Vtio Lonardo y Alexis Farías, fue grato, destacamos al joven Daniel Jimenez, por su desenvoltura actoral y su bella voz. Todos contribuyeron a dar un momento de distensión a la cartelera teatral actual, aunque no por esto, lo planteado produce sosiego, por el contrario, hay en esta propuesta mucho de lo que debieran escuchar quienes llevan el poder consigo, sean de la tendencia política que sean. Porque el poder también puede venir de tu vecino de asiento que le da por hacer un ´´origami´´ con el programa de mano de la obra durante casi toda la primera parte, sin dejar espacio al silencio necesario para dejarte ver una propuesta como ésta, y tú piensas si no quieres un poco de amenaza de los generales, para hacerlo callar…pero no, mejor no, nada de amenazas, y exhortemos a que en el teatro, no se charla, ni se come, ni se habla por teléfono, ni se hacen origamis para novias que se conforman con regalos de papel de novios de papel…

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