sábado, 10 de abril de 2010

Una mirada a Fuente Ovejuna...


La hidalguía presente en los primeros diálogos de ´´Fuente ovejuna´´, no da una semblanza del modo en que Lope de Vega, se hizo para hablar del hacer y ser españoles. Este es un siglo en que la impronta religiosa se instaura en el alma de las gentes de cuyas flaquezas hará Lope, un espejo fulminante. Es así como es un autor que utiliza el tema del amor y del honor y lo plasma en ese magnífico fresco que es la mencionada obra. En las primeras líneas de la Escena II, sentimos la arrogancia del Comendador Fernán Gómez, reforzada en palabra y en la presentación del dominio de los reyes y diversos cuerpos de poder que hace este mismo personaje. Lope, subraya su vasallaje y el que debe regir pues es España un pueblo de reyes y de cortes. La estructura de estas primeras escenas es desigual, y el inciso de largos monólogos introduce en el ritmo una distensión en el tiempo verbal y escénico que podría inclusive ser superior al que proponía Aristóteles en cuanto a duración y el efecto que podría producir(catarsis). Este ´´efecto´´ se encontrará a lo largo de toda la obra. Pero volviendo a la elongación de parlamentos, la belleza se encuentra en la estructuración de la palabra que es sencilla y al mismo tiempo afectada y sonora.: ´´...Y si importa, como paso, a ciudad Real mi intento, veréis que como violento rayo sus muros abrazo´´(Escena II, Maestre). Musicalidad que suaviza, y aminora pero que en modo alguno lima la intención cortante de las órdenes de Fernán Gómez.. Es un tiempo de enarbolar temor místico de la mano del mandato real y religioso. La Escena III, nos introduce en el ambiente vital de Laurencia, quien habla de sus temores por las fechorías cometidas por el Comendador. Nuevamente el verso es poderosamente hermoso. Sin que pretenda ir hablando de todas las escenas, menciono algunos con el interés de esbozar el diseño estructural y dramático empleado por Lope. El argumento se va presentando cinceladamente y condicionando lo que luego develará la trama. Cabe destacar que la fuerza de los personajes pareciera dibujada en la palabra. Este es un recurso habilidoso, que preludia lo que será el barroco y le otorga solidez a las destrezas dramatúrgicas conseguidas en el renacimiento. El verso ilustra y sostiene de tal manera el discurso que puede verse como un efecto de tramoya o de escenografía. Es decir que la palabra debió condicionar en gran manera las destrezas de los intérpretes. No en vano es la época de los grandes actores.
Un público no ilustrado para escuchar un texto que implicaba atención y fineza auditiva. He aquí el inmenso aporte de Lope. A medida que transcurre la jornada, se van imbricando personajes y situaciones. La pericia del autor cuando Laurencia, escucha que Frondoso le dice dama, y cómo esta ironiza con gracia y listura, toda adjetivación por nombre, es estupenda. Destaca también aquí, el juego lingüístico entre los enamorados. Esto es llamativo por cuanto no son gentes letradas, como bien lo dice Mengo: ´´...Yo no sé filosofar, leer, ¡ojalá supiera!´´. El tema del amor, se ido colando entre estos ires y venires de la palabra. Y de nuevo, otra sagaz estrategia dramatúrgica del bardo cuando coloca de un personaje, Barrildo lo siguiente: ´´...Armonía es puro amor, porque el amor es concierto´´. Esto es una flecha. Laurencia y Frondoso se han estado diciendo cosas indirectamente, pero es Barrildo quien le pone a la situación nombre. Es quizás esta la escena que tiene una atractiva laxitud, y que es al mismo tiempo pintoresca e ingenua. Laurencia, nos dice ante la pregunta de Mengo de qué es amor: ´´un deseo de hermosura´´. Sin embargo habría que decir que dolido por el periplo de jerga que le lanza a Frondoso , Laurencia, la cosa ya se irá tornando más seria y el enamorado quiere herir a la amada, deseándole que la castiguen los celos. Lope, cual enamorado eterno que fue, primero del amor mujeril y mundano al del éxtasis del claustro cristiano, sabe bien que quien quiere, las más de las veces es torpe y al ser ciego, no atina y amando, tropieza. Hay timidez en Frondoso. Laurencia, es más atrevida, lo que la hace conquistadora. Este sutil traslado de roles es si se quiere un toque que prefigura la nueva visión humana que marcará las épocas posteriores. A estos momentos líricos, introduce Lope, el rigor de la sangre y la cercenada de cabezas desobedientes que va dejando Fernán Gómez a su paso. Sólo sus servidores le alaban, nada más ellos justifican su proceder. Tenemos entonces el efecto aristotélico de la desmesura: a la ingenuidad y al amor, la espada y la muerte templan. Aunque Fuente Oviejunta ha sido catalogada como una comedia, lo anterior la enmarca en un efecto y una propuesta de tragedia, por los visos de lo terrible a suceder. Hay algo que llama la atención, entre muchos otros elementos, como lo es esa distensión, ese alongar del tiempo de representación pero que suponemos era sumamente atractivo para ese entonces, pues acá nos llega una ilusión de lentitud. Es una pieza para tomarse y darse el tiempo. Hay que mencionar además que hay una escritura de la lengua que permite pronunciaciones en desuso y colocar dos vocales fuertes juntas,: ...´´que recibáis os ruega y importuna un pequeño presente...´´. (Esteban. Escena VI) Como ciertamente Lope, necesitaba una impresión duradera en las mentes de aquellas gentes que asistían a sus representaciones, este uso lingüístico debió ser un tanto exigente a la hora de acometer la frase por los intérpretes. Detengámonos ahora en la poesía del autor. Aristóteles señala en su Poética que la poesía es un asunto ´´serio y filosófico y por lo tanto universal´´. Cada escena de Fuente Ovejuna, está coronada por diversos juegos de versificación. Hay escenas que llevan una exposición larga que puede ser una loa o presentación de los hechos y hay otras, como en el caso de la que enfrenta al Comendador con Laurencia y Pascuala, en la que este habla secamente y acomete la primera frase con desdén. Los versos los llevan ellas, sobre todo Laurencia. Atrae especialmente el hecho de que al leerlos-y al oírlos-la sensación de temor se adueña del ambiente. He aquí lo admirable de Lope. Las líneas dialogales van desde el más sencillo decir de pueblo hasta la arrogancia y sequedad del tirano. Nos imaginamos esa escena de las dos mujeres y el hombre deseoso, violento, lascivo. La letra del Comendador es abrasiva, y por oposición la de las muchachas está entre la inseguridad de una y la sabiduría innata de la otra. Cuando Lope introduce la voz de Ortuño, este hace que hace caso pero se le siente una especie de debilidad ante la determinación de las mujeres. Entonces estamos en el manejo aristotélico de los contrarios y de las diversas situaciones por las cuales debe pasar un personaje bien escrito, en este caso, varios personajes. Aunque el Comendador tiene una sola hechura, esto lejos de verse como un asunto monocorde, por el contrario, alimenta todo el fresco circundante. La escena XI, subraya ese contrario, ese opuesto logrado por la persuasión, diría Aristóteles. El Comendador se encuentra en un arroyo a Laurencia, mientras Frondoso, su enamorado, mira escondido y celoso. En este momento el fiero Fernán Gómez, habla con dulzura, lisonja, donaire. Claro, es un hablar tendencioso. Este hombre está armado siempre: cuando no empuña él las armas, ordena empuñarlas o usa la palabra como daga. (Comendador) ... ´´Pongo la ballesta en tierra.´´. Casi inmediatamente deshace el gesto al decir: ´´...y a la práctica de manos reduzco melindres´´. Estamos ya casi en la mitad de la obra. El conflicto aparece al ser Frondoso quien sale en defensa de Laurencia. No pasa nada. El comendador, pese al enfrentamiento con el muchacho, decide no vengarse. Con este transcurrir comienza el segundo acto. Escena I. Aquí las voces plantan una queja: les ponen ´´tasas´´ a sus siembras, se habla de carestía y de abundancia en diversas regiones. Si nos ponemos a mirar, a una escena de deseo carnal, prosigue una que habla de lo que produce la tierra. En las dos, se plantea una consecuencia: el fruto. De nuevo Lope, pareciera tamizar la vulgaridad de un malhechor, al realzar la labor de los comunes, pero entre la sencillez de lo que se capta está otra cosa simple pero aún más perniciosa: Fernán Gómez, ha puesto sus ojos en la belleza de Laurencia. Esto es ya del conocer de unos cuantos. Los hombres de labranza lo comentan, especie de coro agorero. Nuevamente estamos ante ese ´´temor´´ que se va colando de forma sinuosa, y que es otro elemento avizorado por Aristóteles. Tal vez no llegue a alcanzarse el otro que es el equilibrio: la compasión en el sentido estricto del término, aunque con el resultado final, esto podría tener que ver más con Laurencia, que con nadie en especial. En la escena VIII, se habla de la naturaleza vil de Fernán Gómez. Lope, ha comenzado a exponer al personaje y lo llevará a un límite casi épico, si no bien en dimensión sí en contenido. Mengo, finaliza aquí diciendo: ´´ ¿Hay hombre en naturaleza como Fernán Gómez?. La respuesta no se hace esperar en la voz de Pascuala: ´´No; que parece que le dio, de una tigre la aspereza´´. Elocuentísimo dibujo del personaje en cuestión. Lo terrible y lo temible. Lope, es diestro en el suspenso. No le basta con esgrimir un tema que produzca un hecho que fue sangriento, además de despreciable. El autor parece tener en alta estima todo el gentilicio, todo la fuerza, el donaire, tesón, y sobre todo la honestidad del pueblo español. En toda la obra lo que pesa es ese sentir de pueblo. Lo anterior contrasta con los temas propuestos por las tragedias y que Aristóteles señala como lo que tiene que ser, como lo que es perfecto. Al tratar al ser humano común, superpone a lo mítico, apolíneo y guerrero a acciones humanas simples, tocándolas de un modo que en su sencillez resultan complejas. Lo demuestra la disposición de las escenas, el suspenso sostenido, el misterio, lo que no se puede ocultar, lo descarnado de lo que se devela. La palabra revela lo que la escena no ha mostrado. He aquí de nuevo la destreza, y el encanto que aún hoy día sigue enamorando de la obra. No es versificar por versificar. La palabra en Fuente Ovejuna, es directa por más adornos que pueda tener. Al final de la Escena XVI, del Acto II, el poeta a través de Mengo, compara la hechura de los versos con la hechura de buñuelos. Esta comparación es tan simpática como ocurrente. Un verso bien trabado como dirían poetas de verso clásico. El poeta hace los versos que pueden salirle torcidos, derechos o zurdos, y que quizás al final sea él mismo quien los coma, como los buñuelos. La imagen anterior es la reacción a la maldición que echa Frondoso sobre los poetas. A esto Barrildo, le dice que deje las locuras y los nervios. Es fascinante como Lope maneja los caracteres. Los personajes, en este caso Mengo, viene de una paliza que le dejó la carne negra, pero tiene el coraje de decir un poema que nombra a los poetas y a los buñuelos. Ironía fina, coraje, templanza del ánimo. Para el autor lo que hay que poner en evidencia es la grandeza de las gentes humildes, de aquellos y aquellas de la tierra. En este pasar, ya el Comendador ha hecho y deshecho. Esta doblando, derramando la sangre y orgullo de Fuente Ovejuna. La Escena III, del Tercer Acto, es el sumun de las fechorías comandadas por Fernán Gómez. Es la violación de Laurencia, ya consumada. El largo monólogo cuenta sin detalles pero con precisión la vivencia de la que ha sido víctima. La pintura sobrecoge por cuanto sentimos su dolor e impotencia. No en vano ella recalca: ´´(...)porque dejas que me roben...´´, ´´(...)aún no era yo de Frondoso´´. La virtud, la virginidad asaltada, pisoteada. Las palabras de Laurencia, están llenas de odio, de deseos de venganza e insulta a todos los hombres de la junta haciendo ver que ella tendría más coraje. Aquí, el verso actúa comparativamente, pero además lo hace en contraposición. Los símiles, las adjetivaciones, enumeraciones y cortes de rima. Versos de ocho y nueve sílabas, que dan una candencia y un ritmo envolvente. Esta mujer quiere tomar ella misma las armas y ella con su decir es un arma. Acusa, se equipara y se separa del grupo. Algo verdaderamente digno de comentar siendo que una mujer de estos tiempos era muy sumisa y obediente, pero Lope, le otorga un instante de individualidad y decisión aunque esto le haya costado su intimidad, la honestidad, la pureza. Más adelante ella compara la entrega de los tigres que persiguen a quien daña a sus crías y que estos hombres bien que se llaman ovejas: ´´Ovejas sois, bien lo dice de Fuente ovejuna el nombre´´. De la cobardía los pasa a lo inanimado, a lo insensible, a lo que nada siente como las piedras. Es el monólogo más largo, más descarnado, cincelado, doloroso. También el más arquitecturado en forma y ritmo. Hay que hacerlo notar pues la feminidad herida habla con toda sapiencia, pero no hay que olvidar que el escritor es un hombre y sin embargo muestra una experiencia, casi una vivencia. Esta composición femenina es heroica, suave, sincera, galante, conquistadora, inteligente, decidida. Es hermosa no cabe duda. La versificación y el contenido de emociones ya se encuentran en estas instancias en su cenit. Las escenas subsiguientes, todas antes de la entrada del Rey Fernando, describen la confabulación y ejecución del tirano Fernán Gómez.
Cuando el Rey habla, el verso es elegante, limpio, preciso, en un octosílabo de cadencia galante, poesía en la poesía. La intervención de los demás personajes en las escenas siguientes sigue más o menos la misma inclinación. Parlamentos largos, aunque pertinentes, con gran fuerza expresiva. La escena en que Flores, herido, habla ante el Rey, de que han sido víctimas él y el Comendador, causa escozor por cuanto sabemos que este miente, pero la audacia de Lope, entre otros atributos es haberle colocado justamente este nombre y colocarle una versificación dispar. El clima que el poeta logra con este trabajo de métrica le concede a la escena y a la representación una imagen potente, aunque plasmada en un cuadro-las tablas-, es vívida, tiene perspectiva, fondo. Y como diría Aristóteles, tiene personajes que están en una continua acción-reacción. En su poética nos habla de que el argumento debe producir sus propias consecuencias, acciones. Así que quien esté conmovido por sus pasiones, debe conmover. Evidentemente estos son atributos de la obra de Lope de Vega. Sin embargo, la escena VIII, se permite en medio de una inminente amenaza legal, distenderse y hasta introducir un toque de humor.


El final, absolutamente Operático, en que el pueblo todo se atribuye la culpa de la muerte del Comendador, es dramáticamente una situación que todo escritor o escritora quisieran haber interpretado a través de la pluma como lo hizo Lope. Ya lo demás, es historia en la historia y en el teatro.


BIBLIOGRAFIA:
 DE VEGA, Lope. Fuente Ovejuna./ El caballero de Olmedo. Salvat Editores, S. A.
1982. pp.189
 ARISTÓTELES, Poética. Traducción: Ángel Capelletti. Pensamiento filosófico.
Monte Ávila Editores Latinoamericana. Caracas, 1990. pp.113
 RODRÍGUEZ, Elisa. El teatro/ Conceptos básicos de su historia. Espacio Gráfico C.A. Caracas, 1985. pp. 310



No hay comentarios:

Publicar un comentario